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En la ciudad de Granada, la devoción por Jesús del Rescate es un amor que perdura a lo largo del tiempo, arraigado en lo más profundo de cada corazón. Es un
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En la ciudad de Granada, la devoción por Jesús del Rescate es un amor que perdura a lo largo del tiempo, arraigado en lo más profundo de cada corazón. Es una devoción íntima, un vínculo diario que se manifiesta en visitas constantes a la parroquia que lo acoge como su tesoro más preciado. Jesús del Rescate, quien descendió de un taller en el Albaicín en 1718, es la imagen que reside en cada cartera, descansa en las mesitas de noche y cuelga en medallas sobre el pecho de sus devotos. El Señor de la Magdalena se encuentra en los estuches de los estudiantes antes de los exámenes y adorna los fondos de pantalla de los teléfonos que esperan noticias en las habitaciones de hospital. Una figura divina que se entrelaza con lo terrenal, como un vecino más en la Granada que ha observado durante tres siglos. Conocerlo es una experiencia extraordinaria y apasionante en lo espiritual, una forma de acercarse a Jesús de Nazaret, recordar su pasión y muerte en rescate de la humanidad y celebrar la triunfal resurrección que da significado a la teología cristiana.