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A lo largo de mi vida me he sentido inclinado hacia una reflexiónpersonal sobre el misterio del Corazón de Jesús.Desde el noviciado en los jesuitas, me fasci
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A lo largo de mi vida me he sentido inclinado hacia una reflexiónpersonal sobre el misterio del Corazón de Jesús.Desde el noviciado en los jesuitas, me fascinaba la extraña claridadque emana de este Corazón? Florentino Alcañiz, el jesuita español deprincipios de siglo, me reveló que, para la Iglesia, el misterio delCorazón de Jesús era «una síntesis de toda la religión».Esta expresión de Pío XI ya no dejaría de abrirse camino tanto en micorazón como en mi inteligencia; un camino marcado por acontecimientos providenciales: durante los estudios humanísticos, el encuentro con?F. Charmot, sj, maestro formado en la escuela de Francisco de Sales;en el filosofado, el grupo San Juan, formado con Charles André Bernard y Albert Vanhoye para revelarnos unos a otros las riquezas delCorazón de Jesús; en el primer año de teología, la inesperadapublicación de la encíclica Haurietis aquas y la creación de un grupode investigación en torno a André Rayez, director del Dictionnaire deSpiritualité? en el Instituto catequético Lumen Vitae, de Bruselas? En el camino tuve que acoger puntos de vista originales de hombres depensamie